Figura de un hombre tocando con su mano derecha la barriga.

¡Los estadounidenses estamos más gordos que nunca!

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La obesidad es una enfermedad crónica, compleja y multifactorial, que suele iniciarse en la infancia y adolescencia, y que tiene su origen en una interacción genética y ambiental, siendo más importante la parte ambiental o conductual, que se establece por un desequilibrio entre la ingesta y el gasto energético.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en la actualidad 1,200 millones de personas tienen problemas de sobrepeso/obesidad. El número definitivamente preocupa, pues la obesidad es una enfermedad que arrasa con el individuo dejando secuelas físicas y emocionales devastadoras. 

Los buenos hábitos, el día a día, el compromiso con uno mismo y con su cuerpo, hace a la diferencia a la hora de hablar de obesidad. Son un conjunto de cosas que como seres humanos debemos llevar a cabo para que el organismo trabaje de manera óptima y saludable: 

  • Respetar las comidas. No pasar largos lapsos de tiempo sin comer. Lo ideal es comer cada 2 ó 3 horas para mantener activo el metabolismo. Frutas, cereales integrales (moderado), frutos secos, infusiones. De caso contrario, si las comidas no se respetan sucede que se llega famélico a la cena y se ingieren cantidades abundantes y difíciles de metabolizar a esa hora del día. La regla mágica: desayuna como rey, almuerza como príncipe y cena como mendigo.
  • Buena hidratación.
  • Descanso. Dormir al menos 7 horas diarias.
  • Hacer actividad física al menos 3 veces por semana.

Si esto no se puede respetar mínimamente, todo comienza a tambalear y de ahí en adelante el cuerpo comienza a pagar las consecuencias de las malas decisiones tomadas por nosotros. 

Estos simples hábitos, son los que lamentablemente la población estadounidense ha ido perdiendo de a poco y permitiendo que la obesidad avance y arrase con todas las edades. Sucede que en los Estados Unidos no solo son obesos por el tipo y la cantidad de comida que ingieren, sino por alimentarse desordenadamente. Por el apuro dejan de desayunar o de almorzar y creen que comiendo una vez al día no van a engordar. Y pues, como arriba mencionamos, es todo lo contrario.

Por suerte en este último tiempo La Asociación Americana de Médicos (AMA, por sus siglas en inglés), la organización de facultativos más numerosa de Estados Unidos, reconoció por primera vez y de forma oficial que la obesidad es una enfermedad, un paso que obliga a los médicos a comprometerse más con esta afección y a las aseguradoras cubrir su tratamiento. 

En EE UU, más de 78 millones de adultos y más de 12 millones de niños la padecen.

“Reconocer la obesidad como una enfermedad va a cambiar radicalmente la forma de trabajar de toda la comunidad médica en EE UU, un mal que afecta a aproximadamente a un tercio de la población (el 17% son niños)”

dijo Patrice Harris, miembro del comité de la AMA, en un comunicado.  

La AMA afirmó que el hecho de reconocer la “obesidad como enfermedad” podrá también ayudar a que la inversión económica y científica aumente, tanto por parte del Gobierno de EE. UU. como por parte de los seguros privados, y “su tratamiento y prevención mejoren”.

Como siempre sucede cuando de salud se habla, los más pequeños son los más vulnerables a padecer esta enfermedad, pues ellos dependen de sus adultos y de ellos aprenderán todo, incluso de comida. Intenta dar el ejemplo, y si a tí te cuesta, hazlo por tus hijos y familia. La obesidad trabaja como cualquier adicción, está en tí dejar que ella gane más terreno o no. No condenes a tu cuerpo y a tu familia por malas decisiones que puedes evitar en un 100%. 

Come para vivir, no vivas para comer.

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