Padre acompaña a su hoja mientras ella llora en señal de tristeza.

¿Cómo ayudar a nuestro hijo a superar la pérdida de un ser querido?

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La pérdida de un ser querido a quien amábamos mucho es definitivamente un camino doloroso y largo para cualquiera, pero más incomprensible y triste es para los más pequeños que sienten que de un segundo a otro esa persona a quien tanto amaban ya no la volverán a ver.

El proceso del duelo es único para cada persona

No todos responden de igual forma ante la muerte. Un pérdida repercute en distintos aspectos de la personalidad (psicológico, social y físico) y el efecto que ésta provoca está condicionado por varios factores (relación con el fallecido, forma de su muerte, edad y creencias), por lo tanto cada uno lo asumirá de una manera particular y totalmente distinta al resto.

En los menores esto no es distinto. Su reacción dependerá de su edad, del grado de maduración, de su capacidad de comprensión, de la cercanía con el fallecido, del comportamiento de su entorno, etc.

¿Cómo actuar?

La edad del niño tendrá mucho que ver a la hora de abarcar su dolor.

Entre los 3 y los 6 años

  • Comprenden qué es la muerte pero la ven como un sueño prolongado. Creen que es temporal y a medida que cumplen años, a partir de los 4 o 5, empiezan a entender que es un hecho irreversible. A esta edad interpretan literalmente las explicaciones que reciben sobre la muerte

  • Entre los 6 y 8 años.

  • Perciben la muerte como algo externo. Saben lo que significa pero todavía les cuesta entender que puede ocurrirles a ellos o a alguien cercano.

A partir de los 8 o 9 años

  • Saben que es un hecho inevitable, irreversible y universal.

  • A la hora de explicarle que un ser querido ha fallecido, se debe partir de lo que el niño ya sabe: poniéndole un ejemplo de una mascota que haya tenido y haya muerto, o de una película infantil que haya visto en donde fallece algún personaje. Luego hay que asegurarse que le queda claro que la muerte es un hecho irreversible y que forma parte de la vida, y nada de malo tiene pues es el curso natural de todas las vidas.

  • Esconder lo ocurrido por evitar su sufrimiento es un error.

  • Cuando fallece un miembro de la familia, el niño percibe enseguida la ausencia de esa persona y suelen formular preguntas a su progenitor como: ¿Por qué estás triste? ¿Por qué se ha ido papá o mamá? ¿Por qué no puedo ir al entierro y tengo que quedarme en casa?, etc. El pequeño necesita respuestas y es nuestra obligación dárselas.

¿Es aconsejable que el niño acuda al funeral?

Los expertos coinciden en la conveniencia de no apartar al niño del proceso. Al contrario, es preferible hacerle partícipe y prepararle para lo que va a ocurrir, sin esconder lo irremediable y ayudándole a entenderlo en la medida de lo posible. El funeral, un entierro, un velatorio, una misa, son rituales necesarios en estas situaciones. Los ritos son útiles en el proceso del duelo, ya sean religiosos o sencillos actos cómo colocar flores o escribir una carta, ayudan a asimilar la pérdida de la persona querida y a despedirse de ella.

El duelo es necesario y debe llevarse a cabo pues es la única forma de sanar la ausencia de aquel que amamos y ya no está, los niños no están exentos de esto. Haz el intento de transmitirle el hecho de que la muerte es inevitable y sucederá más tarde o más temprano, más bien desde el lado natural de nuestra existencia. La muerte duele porque sabemos que nunca más volveremos a ver a esa persona que tanto amábamos, pero es simplemente el curso natural de la vida, y así se debe tomar para poder llevar el dolor a otro plano.

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